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Antes de comenzar a leer, te recomiendo que te pongas cómodo, los relatos por lo general son largos, así que... prepárate un cafetillo (o cualquier cosa que te apetezca), relájate... y disfruta de la lectura.



Espero que te guste y vuelvas pronto para leer mi próximo viaje..







viernes, 20 de junio de 2008

Carnavales en Villarrobledo

Bueno, pues pasó la Navidad, y estuvimos algo así como un mes y algo sin sacar la autocaravana. Pero al fin llegaron los carnavales, y como algunos de los socios de Acama son de Villarrobledo nos propusieron una quedada allí y aprovechábamos para visitar Villarrobledo en carnavales, así que allá que nos fuimos ese fin de semana. Además nosotros teníamos aún tres días más, porque para los críos era la semana blanca, así que, pensabamos aprovechar esos días yendo después a visitar Cuenca.

Ya teníamos ganas de movernos, jejejej así que, en cuanto llegó el viernes por la tarde salimos pitando hacia Villarrobledo. Cuando llegamos hacía un frío que pelaba. Bajamos, y saludamos a los que ya habían llegado... y enseguida a tomar un bocado. Quedamos para después tomar un café en una cafetería cercana, y así lo hicimos.

En cuanto acabamos de cenar, bajamos de la auto y nos juntamos con el resto de amigos para tomar un cafetillo antes de ir a la cama.

Y así acabó el viernes. A la mañana siguiente, desayunamos y salimos a dar un paseito, aunque el tiempo no acompañaba. De hecho, habíamos planeado para ese fín de semana hacer un arroz caldoso pero entre que no hizo buen tiempo, y que faltó el que llevaba el sartenón.... lo dejamos para otra ocasión.

Total, que se nos hizo media mañana y nos reunimos para hacer una asamblea que también teníamos prevista.
La asamblea se alargó bastante, y se hizo la hora de comer rápidamente. Cuando terminamos, a comer cada uno a su auto, y quedamos para la tarde, para ver el desfile de carnavales.

Yo sabía que Villarrobledo tenía fama por sus carnavales, pero no me imaginaba que se lo currasen tanto, la verdad, me impresionaron bastante. Nos colocamos en un buen sitio para poder ver bien todo el desfile, y no nos perdimos nada. Lo pasamos genial entre carroza y carroza, y con la música, el ambiente... en fin... disfrutamos mucho esa tarde, la verdad.

Cuando todo terminó, decidimos volver y tomar un bocado, pero luego, tendríamos que disfrazarnos e ir hasta la plaza del pueblo, en la que habían instalado una carpa.

Y eso es lo que hicimos. Después de disfrazarnos (nosotros íbamos de piratas) salimos con el resto de la gente con la intención de pegarnos unos bailes y tomar una copilla. Cuando llegamos a la carpa ya estaba llena de gente, con un grupo tocando música y una gran animación. Así que no hizo falta empujarnos mucho para ponernos a bailar y pasarlo bomba.

Pensabamos quedarnos hasta más tarde, pero mis hijos se aburrieron enseguida (este es el problema de los que llevamos niños) y tuvimos que cortar y llevarlos a acostar, así que (y con todo el dolor de nuestro corazón) dejamos al resto de amigos que siguieran con la juerga y nos fuimos (junto con otros que también se retiraban) derechitos a dormir.

Así se hizo la mañana del domingo... estuvimos dando paseos, y a media mañana tomamos una caña con algunos de nuestros amigos... mientras se hacía la hora de comer, en la que había prevista la visita a unas bodegas.

Las bodegas Aresan

Una preciosidad. Quedé muy impresionada por el bonito edificio y demás instalaciones. Nos mostraron toda la bodega, y todo el proceso de recolección, envasado y demás. Nos enseñaron toda la instalación y para finalizar, nos dieron un pequeño ágape para probar todas las variedades.

En realidad salimos comidos, pues pusieron muchas cosas para picar (evidente, para probar tanto vino) y probamos todas las variedades que comercializaban.

Tengo que decir que estaba el vino tan rico, que antes de salir, compramos algunas botellas para tomar en casa. La bodega una maravilla, la atención estupenda, y el vino, riquísimo.

Al terminar, nos fuimos otra vez para Villarrobledo (pues las bodegas están en las afueras) y aparcamos en el mismo sitio.

Como ya era domingo, muchos decidieron marcharse directamente para sus casas, pero nosotros, como teníamos previsto marchar al día siguiente en dirección a Cuenca, nos quedamos otra noche a dormir allí. Y aprovechamos esa tarde para ir a ver otro desfile de disfraces de carnaval, pero esta vez, infantil.

Lo pasamos de vicio, viendo a niños pequeñitos tan bien disfrazados, la verdad es que nos gustó muchísimo, se nota que en Villarrobledo se toman muy en serio los carnavales y le echan muchas ganas, porque los disfraces eran todos muy buenos.

Al terminar todo, volvimos a la autocaravana, y como ya era tarde, nos preparamos para tomar un bocado y acostarnos.

Por la mañana, nos levantamos pronto para salir cuanto antes.

Buscando una ruta entretenida (para los niños) y para andar un poco, dimos con “La Ruta de las Caras”. Esta ruta, se encuentra en Buendía, a orillas del pantano. Al llegar al pueblo, tomas una carretera comarcal (muy bien señalizada, por cierto) y te lleva directamente al sitio de comienzo.

Al llegar, entre olivos y pinos, se puede dejar el coche en una amplia explanada aconsejada para aparcar. Llegamos cerca del mediodía, y decidímos dar el paseo (es aproximadamente de una hora) y comer después tranquilamente. Así pues, nada más aparcar, cerramos la autocaravana y empezamos a investigar por los alrededores. Como no sabíamos lo que nos ibamos a encontrar, llevabamos impresa la información que habíamos visto en internet, con la ruta completa y la foto de todas las caras.

Con eso y algún que otro letrero (que como digo, había indicaciones), comenzamos la ruta siguiendo un sendero bien definido que nos llevo hasta ver todas las caras.

El paseo es gratificante, las vistas del pantano y el monte preciosas, y las caras, que son obras de arte realizadas sobre las rocas, impresionantes. Algunas, de tres metros de altura; otras, algo más pequeñas, pero todas sorprendentes.

Los niños disfrutaron muchísimo, pues ellos llevaban los papeles con la ruta y las fotos y eran los que las iban descubriendo, por lo que disfrutaron de lo lindo todo el trayecto.

Al terminar el recorrido, hay que volver hacia atrás, pues no es un circuito, y aunque se puede ir monte a través, la verdad es que nosotros preferimos volver por donde habíamos venido. Después del paseo, subimos a la auto, comimos tranquilamente entre los pinos a la sombrita, y descansamos un ratito antes de dirigirnos hacia Cuenca, donde pensabamos pernoctar.

Después de haber descansado, nos pusimos en marcha, y como Buendía no está muy lejos de Cuenca (a una hora, más o menos) llegamos antes de anochecer.

Hay dos posibilidades buenas para pernoctar en Cuenca. Una es el aparcamiento que hay arriba del todo junto al castillo. Aunque es una buena opción, nos habían comentado que era muy solitario de noche, (aunque si quieres tranquilidad, es estupendo) y a nosotros nos pareció mejor el otro, el que está frente al Auditorio. No es muy grande, pero está debajo de las Casas Colgadas, estás en el centro de la ciudad, y además, es exclusivo, para autobuses y autocaravanas. Es privado, por lo que está vigilado de miercoles a domingo y no es gratis. A nosotros, solamente nos cobraron una noche, y nos salió por 5 euros, por que entramos el martes y porque se portó muy bien el vigilante.

Así que llegamos frente al auditorio, aparcamos, y salimos un ratito a dar una vuelta por el casco antiguo.

Precioso, pero las cuestas son de aupa. Llegamos casi sin aliento hasta las casas colgadas, cruzamos el puente que atraviesa el río (impresionante para quien no haya estado nunca, pues tiene una altura enorme) y llegamos hasta el parador, que está al otro lado.



Volvímos a cruzar, y fuimos recorriendo callejuelas y descubriendo bonitos rincones. Uno de los que más nos llamó la atención fue un pasaje entre dos calles. En el interior del pasaje, un gran azulejo cuenta la leyenda del Cristo del Pasadizo.



Después de leerla detenidamente y dejarnos sorprendidos con la historia, seguimos paseando cuesta arriba hasta llegar a la plaza, donde está la Catedral que no pudimos ver en ese momento por estar cerrada ya.

Subiendo, subiendo, llegamos hasta el castillo, y después de tomar algo de aliento, decidimos ir bajando (entre otras cosas porque todo estaba cerrado y ya no se veía nada) poco a poco.
Descubrimos un atajo para bajar. Una cuesta llamada La cuesta de Santa Catalina, que lleva directamente al lado del aparcamiento donde teníamos la auto. Si no, te toca dar la vuelta a media ciudad.
Cuando llegamos al aparcamiento, cena y todos a dormir, cansados de todo el día.

Teníamos un día y medio más, y como nos apetecía ver también el nacimiento del río Cuervo y la Ciudad Encantada, decidimos que eso lo haríamos al día siguiente, dejando la visita a Cuenca para el día en que nos marchásemos, por no hacer todos los kms. el mismo día.

Así pues, en cuanto nos levantamos, desayunamos y nos organizamos, salimos en dirección al nacimiento del río Cuervo, ya que está más alejado. Queríamos ver por la mañana el nacimiento, y a la vuelta, la Ciudad Encantada.

Son pocos kms., (unos 80) pero con tanta curva y tanto puerto, hay que ir despacio y se tarda bastante en llegar. Nosotros, además, entre que paramos a repostar (por no quedarnos secos en medio de la sierra) y que paramos también a comprar en un supermercado (es el que nos aconsejaron en la gasolinera, yendo para el nacimiento, en Villalba de la sierra, no hay que desviarse apenas) llegamos casi a la una.

Aparcamos la AC, y nos dispusimos a dar un buen paseo hasta llegar al nacimiento. Nos llevamos una pequeña mochila con bocadilletes y agua, para tomar un bocado al llegar. Está también todo muy limpio, y muy bien organizado, con rampas para minusválidos y carritos para bebés. La pena es que no había tanta agua como debiera, pero es un paisaje precioso, digno de visitarlo.

Aunque escogimos la ruta más larga para hacer un buen paseo y estirar las piernas, terminamos relativamente pronto, así que decidimos ponernos en marcha y salir hacia la Ciudad Encantada, para que no se nos hiciera de noche antes de tiempo.

La Ciudad Encantada está a unos 36 kms. de Cuenca, o sea, que nos hicimos unos 50 aproximádamente de vuelta, hasta llegar.

Llegamos sobre las 3. Dispusimos todo para comer, y descansamos el tiempo justo. A las 4, ya estabamos dispuestos a bajar (antes que se fuera la luz, pues no recordábamos el tiempo que se tarda en verla entera) y preparados.

Las entradas cuestan 3 euros por persona (sean adultos o niños) y después de pasar por taquilla (y comprar un plano -0’50 euros- para no perdernos por allí, nos dispusimos a caminar.
La Ciudad Encantada es también un sitio precioso para pasear. La belleza de las piedras erosionadas por la naturaleza, y el entorno de la campiña, crean un ambiente estupendo y relajante. Cada tanto, hay bancos para poder sentarse y seguir disfrutando de las vistas. También es un sitio muy cuidado, y limpio. Y adecuado también para las familias con niños, que pueden dejarlos correr y disfrutar adivinando las formas de cada piedra, y consultando la guía. Se tarda también alrededor de una hora, aunque siempre te entretienes más... nosotros acabamos sobre las 5’30, una hora estupenda para reposar un rato en la auto, y salir tirando en dirección a Cuenca.

Otra vez llegamos al aparcamiento frente al Auditorio. Como llegamos temprano, decidimos pasear un rato por la ciudad, esta vez por la parte moderna. Aunque al final, acabamos de nuevo en el casco antiguo, ya que queríamos saber el horario del Museo de las Ciencias, para subir temprano por la mañana.
La bajada, otra vez la cuesta de Santa Catalina.

Impresionante Cuenca de noche. Si de día gusta, con sus edificios y sus vistas de las hoces del Júcar y del Huécar, de noche impresiona,





pues tiene focos ámbar recorriendo las mismas hoces, y la zona rocosa frente a los edificios. Las luces que alumbran las casas colgadas y el puente, en fin... la iluminación nocturna le da a Cuenca un encanto especial.

Así termino el día, bajamos a cenar y a dormir hasta el día siguiente.

Por la mañana, nos levantamos tempranito para subir la cuesta (es mejor bajarla, jejeje) y llegar hasta el Museo de las Ciencias. Las entradas para los cuatro, incluyendo el Planetario: 4’50 euros.

Estuvimos prácticamente toda la mañana recorriendo las salas del Museo. Interesante y muy educativo. Tiene una sala dedicada al pasado del hombre. Otra dedicada al futuro, y otra en la parte superior dedicada a Castilla-La Mancha.

Después de la visita educativa, llegamos hasta la puerta de la Catedral a la 1. Cierran a las dos, así que nos dejan entrar avisando, ya que la visita es larga. Tienes opción a alquilar un audioguía, a nosotros nos costó la visita 7 euros.

Desde luego merece la pena, es una catedral preciosa. Tiene innumerables detalles y es una maravilla. Además, en la parte del sótano tenían una exposición de cuadros muy buena y aprovechamos para verla al mismo tiempo. Llegamos a la salida a tiempo, aunque las últimas cosas tuvimos que verlas un poco deprisa, pero mereció la pena.

Y esto es todo, al salir, nos dirigimos a la AC, comimos tranquilamente, y al terminar, después de descansar un poco, enfilamos hacia nuestra casa.

Como siempre, nos resistíamos a llegar, al tiempo que ya íbamos elucubrando sobre nuestra próxima salida.

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